viernes, 9 de diciembre de 2011

El Altar de Nuestro Padre Jesús de la Cadenas, Breve y didáctica descripción de la pieza.

Ficha Técnica:

FORMA

Planta; Lineal
Nº de cuerpos; 2Cuerpos
Nº de calles; 3
Ritmo compositivo; B-A-B
Estructura; Retablo-Hornacina
Soportes; Columnas y pilastras

FUNCIÓN

Situación; Colateral
Finalidad; Conmemorativo
Iconografía; En origen Mariano




Primeramente mandamos cordiales saludos al Hermano Mayor de la Corporación que nos sigue desde Facebook e igualmente un fuerte abrazo a: Jesús Ramírez, Diego Hidalgo, Óliver Álvarez, Fernando Carvajal, Mª José Fernández, Cristina Galvín, Nolasco Texeira, Juan Fernández y Jorge Durán, amigos,  a los también “gustamos”.



En esta segunda entrada procederemos a una somera descripción artística de la pieza, tras la introducción de la primera cuyo contenido  sirvió para darnos a conocer su proceso constructivo, El tema es vasto y árido para  personas no familiarizadas con las artes, es por ello que intentaremos ser lo mas “Light” posibles.
 Propio de su tiempo la pieza muestra un estilo barroco de la etapa final;  La obra presenta dos cuerpos,  quedando el primero de ellos conformado por tres calles que quedan delimitadas en la parte exterior por columnas de capiteles compuestos las cuales surgen de potentes machones desde el banco y  la interior por pilastras. Son estas pilastras las que nos dan paso directo a la calle central, lugar que queda configurado por la caja de la hornacina principal la cual queda abierta al exterior mediante una arco polilobulado que nos muestra el camarín destinado al titular, ámbito, que nos atrevemos decir, que al igual que sucedió con la parte superior del retablo quedo sin finalizar por motivos económicos, ya que normalmente este espacio se nos suele presentar como la más elaborada de los retablos, aunque,  en nuestro caso este ámbito principal  queda  configurado  por un vasto arco de medio punto que se policroma con un jaspeado similar al del resto del conjunto. Esta solución debió de presentarse en un principio como temporal quedó consagrada como definitiva seguramente debido a los problemas económicos que como honrosa tradición esta Esclavitud ha venido adoleciendo hasta nuestros días.


Escoltando esta estancia principal y sobre ménsulas en las que campean cabezas aladas de querubines aparecen las imágenes de dos santos obispos, que vienen identificándose  desde antiguo con las imágenes de San Blas y San Nicolás, el primero de ellos, situado en el lado izquierdo del conjunto carece de atributo iconográfico aunque la posición de la mano izquierda nos hace imaginar que en origen debió de portar el cirio que sirve de atributo a las imágenes del Santo. San Nicolás por su parte luce en su mano izquierda sobre los envangelios tres bolas de oro, hecho que nos facilita enormemente  su identificación. Este primer cuerpo queda delimitado en sus extremos por unas elegantes y delicadas cresterías de estilo rococó que le  sirven de remate.


El segundo cuerpo,  que realiza las  funciones de ático, emerge como prolongación de la caja central, presentado este zona  un perfil mucho más movido que la zona baja,  y encontrandose separado del piso inferior por medio de un entablamento recto y liso que  en sus extremos y coincidiendo con las columnas del piso bajo, se transforma en modillones  curvos que sirven  para dar asiento a sendos ángeles corpóreos. Este  espacio superior queda presidido por una hornacina  que se abre al exterior mediante un arco de medio punto, habitada por la imagen de San José, que queda   sustentada  por una barroca ménsula, presidida por el escudo mercedario y rematada por un querubín alado en la parte superior. Escoltando esta estancia se alzan pilastras, de cuyos lados externos parten dos barrocos aletones que como tema principal poseen sendas rocallas cuya finalidad es enlazar ambos cuerpos. Por encima de este segundo cuerpo la obra se encuentra como ya hemos advertido en diferentes momentos inacabada sirviendo de remate para ello una moldura mixtilínea de aires barrocos que queda escoltada por sendos jarrones de azucenas, no olvidemos que en origen la obra estaba consagrada a la Virgen María.




Los problemas de caja igualmente debieron influir, y bastante, en las técnicas que para su acabado se eligieron. Aunque en este punto debamos señalar que la moda del momento también influiría algo para que la técnica que predominase en el conjunto fuese la del jaspeado, cuya función es la de imitar el mármol y que ayudaría considerablemente a un abaratamiento de los costes finales. Pero a esta  hay que sumarle otra más costosa, la técnica del dorado, que únicamente se reservó  para el fileteado de las piezas y el acabado de los distintos elementos vegetales que forman parte de la  decoración de la arquitectura del retablo.




La mesa de altar que emerge del zócalo, posee un sinuoso perfil  de acusado bombo y se encuentra presidida en su frente por el escudo del Clavo. El centro de la tapa superior posee un hueco para albergar una  lápida que aún se conserva en la dependencias de la corporación, la misma se encuentra realizada en piedra pizarra o similar con incrustaciones de pasta blanca,  y cuyo texto indicaba  a los devotos que aquel era el tabernáculo dedicado a la Animas de Purgatorio dentro del convento, esta  pieza, fue incomprensiblemente retirada del retablo tras la puesta al culto en él de la imagen del Señor de las Cadenas. Sobre el mencionado  hueco se nos presenta un cegado nicho polilobulado sin función aparente y con forma crucífera, el cual nos atrevemos a pensar, que sería proyectado para posteriormente ir cerrado con una puerta elaborada en otro material, quizás, plata  para  realizar  las funciones de Sagrario hecho que finalmente quedaría abortado, una vez más por motivos económicos, siendo posteriormente olvidado este uso, al ser colocado un nuevo sagrario en el frontero Altar  que la misma Esclavitud ya como Siervos de María levantaría en honor y gloria de la Virgen de los Dolores. En este punto señalamos a los hermanos, dos ideas; por un lado la vuelta de la lápida a su  lugar originario y por otro, el estudio, de conversión de este inconcluso Sagrario en lugar de reserva para la nutrida colección de reliquias que la Corporación atesora, para ello  tan solo  se tendría que volver a abrir el nicho ,obteniendo con ello el fondo necesario, para posteriormente  quedar custodiado el ámbito con la debida puerta que sirva de acceso cuando así se requiera.

Aunque no descartamos labores de mantenimiento posteriores a su ejecución, probablemente en los años 30 del pasado siglo, al igual que otros retablos del Templo, experimentaría retoques  por parte  del Sr. Oliva en lo que se refiere a su dorado. Con fehaciente seguridad solo podemos afirmar que fue restaurado en los años 70 por la comisión provincial de bellas artes. Estas labores, fueron realizadas con vista a la reapertura del templo mercedario.  En esta intervención la pieza quedo despojada del jaspeado blanco que lucio desde su ejecución para serle aplicado uno nuevo en  tonos tostados-rojizos y verdes. Estas actuaciones tuvieron como fin el igualarlo en lo que a tono se refiere al frontero de los Dolores para así dar una imagen mas homogénea con el resto de conjunto de altares del Templo así como con la  nueva sillería que se levanto en el reinventado Altar Mayor, que con pésimo gusto por aquellos años se edifico. Esta sillería sigue como línea maestra las trazas marcadas por el retablo de la Virgen de los Dolores. Líneas que igualmente siguen una pareja de bancos de madera dorada y policromada que desde entonces escoltan al retablo aunque a día de hoy, desde hace pocos años, se haya incorporado a esta pareja un tercer banco proveniente del altar mayor que se ha colocado delante de la mesa del altar.


En este punto, perdir perdón a los lectores por lo extenso de la entrada, pero este interesante tema sin duda lo merece, dejandonos en el tintero cuestiones tan interesantes como la atribución, el mensaje iconológico, estado actual etc..... y que esperamos  que  pronto vean la luz en el medio adecuado nos despedimos por hoy.


Bibliografía;

Diaz Hierro, Diego; “Historia de la Merced de Huelva, Hoy Catedral de su Diócesis”, Huelva, 1975.

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